Dicen que sólo hay una oportunidad para dar la primera impresión y que ésta es la más importante y difícil de cambiar. Y es que esa primera impresión puede proporcionar una relación comercial que dure muchos años. Los congresos y eventos están diseñados para ofrecer oportunidades para que las personas vayan más allá de un simple correo electrónico. Este medio, tan eficaz como impersonal, crea cada vez más dudas con respecto a la persona que lo escribe, y aunque el teléfono es un canal intermedio, el cara a cara permite saber con mayor certeza acerca de la persona que tenemos delante. El problema que tienen la mayoría de congresos y exposiciones es que son tan grandes que uno no sabe cómo afrontarlas y es tan fácil perderse en el barullo de personas y empresas como pasar totalmente desapercibido. Es por esto que los congresos exigen cierta preparación y sobre todo una dosis de sonrisas y actitud proactiva. Saber a qué empresa o persona se quiere ver, fijar citas previas e incluso reservarse un tiempo para explorar sin necesidad de que el tiempo apremie son algunas de las claves que ayudan a sacar el máximo provecho de este tipo de eventos. Pero también es importante entender que las personas que atienden en los puestos tienen un tiempo limitado y su función es llegar al máximo número de personas y potenciales clientes, dándoles una atención y tiempo de calidad, dado que puede ser precisamente esa persona el cliente del futuro. Donde más tendemos a fallar con respecto a estos eventos es en el seguimiento. Cuantas veces llegamos a la oficina con un bolsillo lleno de tarjetas de visita de personas a las que hemos conocido y que con el tiempo acaban en un cajón sin salida. Pues este es quizás uno de los aspectos más importantes de los congresos, ya que a esas personas de las que hemos recibido la tarjeta de visita habrán recibido otras tantas y son las personas que hacen el seguimiento las que sientan los cimientos de esas relaciones personales que comenzaron, como no, con el cara a cara.